29 de octubre de 2012

Risible.

Me parece risible el hecho de recurrir a un rinconcito virtual para escribir sobre estas cosas. Me parece risible el escribir a un público ausente, sobre situaciones pasadas o futuras. Me parece risible nuestra situación que no es ninguna en particular y esa nada es risible, es risible con jijijís y jajajás, risible mis intentos fallidos de que esa nada se convierta en algo más que nada pero menos que un todo, porque yo no estoy para todos y tu no estas para eso. Me parece risible este idioma críptico que uso para escribir ciertas cosas, porque el ser indirecto es intimidatorio no para ti sino para mí, que soy un cobarde con mayúsculas y en negritas. Me parece risible la facilidad que tengo para el autoflagelo, para ser mi principal detractor. Y me parece risible que este autoflagelo pueda ser un autoelogio, y más risible es que alguien lo entienda.

Me parecen risibles las conversaciones que tengo con aquella chica guapa con la que intento hablar de vez en cuando. Me parece risible ese atolladero en que se convierte mi cerebro al descubrir mi intención de cercanía. Me parece risible, mi torpeza. Con ella, con Ella, con ella y esa otra chica que conocí en la discoteca y que me dio su número para que la llamase un domingo, pues los domingos descansa y le gusta ir al cine, igual que a mi y tiene unos labios besables y unos ojos bonitos, y me parece risible lo absurdo que me pareció llamarla y gastar tanta energía en algo que me aburriría después de cinco minutos, pues soy así y no asá, pues es risible mi torpeza, es risible.

Me parece risible este escrito pues puede ser una declaración o una confesión, pues puede ser cualquier cosa y no es anda en particular. Es risible, un conjunto risible de letras formando palabras tontas de un tonto desvelado. Y ahí el autoflagelo ¿Te diste cuenta? Es que es tan fácil y tan divertido.

Me parece risible pues esto está a la vista de todo el mundo, pues tú o tú o quizás tú, pueden leer todo esto; y no se imaginan lo risible que resulta el que alguien intente adivinar quién es tú, tú y tú. Tú eres una de esas personas, ya lo sabes. Y es risible que aún siga con este jueguito tonto. Supongo que si eres tú quien interpretas este texto para desternillarse de risa, y te identificas, me conoces y sabes a lo que me refiero.

Es risible mi dejadez. Sé que ella espera algo mejor de mi -y lo risible de todo esto, es que ella puede ser cualquier mujer en la faz de la tierra- y yo ya no tengo algo mejor. Puedo tenerlo pero como que a veces siento que no vale la pena el esfuerzo. No es que ella no lo valga -Ella o cualquier ella- no, no. Esto no lo vale. Es risible. Es absurdo. Es tonto. Me parecen risibles lo esfuerzos de todos los hombres en la faz de la tierra por sacar lo mejor de sí y sé que a ellos les parecerá risible este conjunto de argumentos absurdos que llenan esta hoja. Es así, supongo. 

A decir verdad, soy incapaz de sacrificio alguno y lo gracioso del asunto es que si quisiera algo contigo, mujer, debería hacer sacrificios. Ahí está lo risible. Soy el problema y la solución. Es risible, guapa, es risible. Tú me entiendes, quien quiera que seas. 



21 de octubre de 2012

Cara de...

... de nada. O de un tipo bajito con un muy mal corte de pelo, digo. Cara de algo, pero no de lo otro.  Y eso que me corte el pelo, señora, esa melena esponjosa que me costaba sesenta céntimos diarios poder peinar de una manera decente.  Y no es que a mí me importe, pero ya saben como son los empleadores de quisquillosos con los looks de sus empleados y como soy yo de flojo para las peleas, me gusta evitar la fatiga y recibir un sueldo a fin de mes.  Aunque nunca nadie me pidió que me corte el pelo para darme un trabajo, debo aclarar. Ah, y que me corto el pelo cada cinco meses.


No vengo hablar de pelos y peinados, esos temas ya los toca Koki Belaunde y telodiceconeltaco, vengo a hablar de caras y de los aspectos que deben tener, pues algunos aún creen que la fisionomía te define y que si eres gordito debes ser alegre y jajaja; y si eres flaco debes ser melancólico y reflexivo, y así. Y si eres abogado debes ser así, y si eres filósofo, asá. 

En fin. Me dijeron que no tengo cara... que no parezco psicólogo. Por enésima vez. Supongo que es una crítica, pero, amigos, yo lo tomo como un gran elogio.

Pues eso.


13 de octubre de 2012

Amenidades.

UNO:
Sé que esto sonará a: "No soy supersticioso, pero...". Pero tengo algo en contra de hacer planes. Mi plan era viajar a Lima en la primera semana de este mes.  Buscar un trabajo como freelance y empezar un proyecto con mi amigo y casi socio. Perfecto. Mi familia encantada con la decisión. Yo encantado con la decisión. Algunos amigos encantados con la decisión. Todo perfecto...
Escribo estas líneas en mi escritorio de siempre, en la Pentium no sé que número que ha soportado innumerables post. Estaré en esta calurosa ciudad hasta nuevo aviso. Joder. Detesto hacer planes. 

DOS:
Retomar contacto con personas que no ves hace mucho tiempo es divertido. Es como lanzar una moneda. Existen tres posibles situaciones (¿Existen monedas de tres caras?): La primera es que se hable solo del pasado, agotando las anécdotas jocosas hasta que dejen de serlo; exprimirlas una y otra y otra vez. Luego se dan cuenta que han cambiado y que han tomado camino distintos. Se dan cuenta, además, que el otro no eran tan gracioso, encantador, atractivo o interesante como parecía y que no fue una gran idea el volver a reunirse. El último recuerdo que se tenía de esa persona estaba asociado a un momento agradable. El que se tiene ahora -después del reencuentro- es el de un conocido más.
La segunda situación es simple: Nunca te gustó. No soportas a esa persona. Evitas la posible reunión o no te presentas o te aguantas con cara de poto lo poco/mucho que dure la reunión. Fácil.
En el tercer caso empiezas comentando cosas del pasado, no personales, claro; eso podría ser incómodo. Recordar, por ejemplo, cómo te sonaban las tripas después de haber comido pizza es gracioso. Recordar un momento memorable pero romántico, es incómodo. Y así. Empiezan a compararse los recuerdos con el presente.  ¿Qué ha pasado todo este tiempo? ¡Cómo has cambiado! Pero entre esos cambios te das cuenta que pueden seguir hablando durante horas, que aún no puedes entender cómo diablos le puede gustar Coelho, y que aún les hacen reír ciertas frases cojudonas. Curioso caso el de esta tercera situación. Porque te das cuenta que te agrada esa persona -como siempre lo hizo- y que a pesar de todo -aunque creo que es gracias a ese todo- en que sabes que ahí tienes a una amiga. 

TRES:
Estoy postulando a un nuevo trabajo para el próximo año. Sería el reto más grande de mi vida. Sigo en el proceso de selección. Aún no hay noticias.

CUATRO:
Empecé un nuevo trabajo que me demandará gran cantidad de mi tiempo, mucho más del que tenía planificado. Y tendré que acomodarme. Y lo haré ¿Saben?. Después de la primera semana puedo decir: Qué paja este nuevo trabajo.

CINCO:
¿Qué es la felicidad, entonces? No lo sé. Quizás simplemente es el resultado de la espera. Quizás es saber lo que buscas y emprender esa búsqueda, ya no a ciegas. No tengo idea. A veces pienso que es descubrirte sonriendo tras pequeños logros. Por ejemplo, siento que soy feliz cuando toda mi ropa está limpia. Lo juro. Qué variables psicológicas y metafísicas estarán involucradas en aquella tarea doméstica -la cual odio sobremanera- pero al final del día, y tras un cordel lleno de ropa limpia, me siento renovado y feliz.