30 de enero de 2012

Sobre el sol, el verano y los kilos de más.

UNO:
Si me dijeran cuáles son mis días favoritos en verano, respondería sin dudar: Los días nublados. Días en que la temperatura no exceda los veintitrés grados y que los rayos del abrasador sol no aparezcan en ningún momento. Esos son mis días perfectos. En los cuales puedo caminar por las calles piuranas sin achinar mis ojos. Sin renegar porque me siento como aquel escarabajo que el pirómano de primo colocó debajo de una lupa, maximizando los rayos del sol poco abrasador de ese entonces.

DOS:
No me gusta el verano. Nunca me ha gustado y dudo que me guste en algún momento de mi vida. Por cosas del orinoco me ha tocado vivir en una de las ciudades más calurosas del país, la que un vivo la denominó "del eterno calor", sin pensar que algunos de sus habitantes renegaríamos particularmente de ello. Escribo estas líneas sentado al lado de la ventana lateral de mi departamentucho, en la cual entra una deliciosa corriente de aire fresco.

TRES:
Hace tres meses inicié, con muchas expectativa, a ir a un gimnasio. Iba en las mañanas y en las noches. En quince días caí con la sorpresa que la enorme barriga que me acompañaba a todos lados, desaparecía de a pocos. Me sentía bien, saludable. El instructor se dedicaba a gilear a las chicas, por lo cual me bajé rutinas de internet y las ponía en práctica. No interactuaba con casi nadie, me abstraía en la música y en mis ejercicios; y me sentía bien. El gimnasio cerró, pues se mudaron a un local alejado de mi casa. Y no hice esfuerzo alguno en buscarme otro. Me dediqué a hacer un tour en busca de las mejores hamburguesas, a comer salchipapas de tres soles y choclo con cremas a la módica suma de dos soles y medio.
Ayer caí en cuenta que he engordado, que todo el ejercicio y las rutinas se fueron al diablo, que estoy igual de cachetón y panzón que cuando empecé. He decidido hacer algo al respecto, pero no se qué. Estoy dispuesto a bajar de peso, haré cualquier cosa, excepto dieta. O dejar los salchipapas. O hacer ejercicio. No dejaré las hamburguesa. Ni la cerveza.

15 de enero de 2012

Sobre amistades y condiciones

-Ése chico Noé, es un egocéntrico- escucho mi amigo decir a una muchachita a quien yo no conocía pero parecía conocerme muy bien. Y no creo que sea algo novedoso, si en el mundo la persona más importante para cada persona es sí mismo. Así que esto no sorprende.

Pero mirando en retrospectiva mis relaciones, caigo en cuenta que puede que esto haya influído en algo. He perdido el contacto con personas valiosas por mi dejadez, por no poder alejarme un poco de mí y empezar a interesarme por las maravillas que pueden ofrecer los demás. Lo acepto.
He perdido nacientes amistades por ello y se han terminado buenas relaciones. Soy un amigo flojo, dejado, de aquellos conocidos que te estiman pero que no te lo demuestran, que no mide las palabras, que a puro pulso se hace prescindible.

A veces me sorprenden los amigos que no he perdido, comprometidos con una amistad desbalanceada, dispuestos a decirme "amigo" sin pedir mucho, a olvidarse de lo ingrato y mezquino que puedo llegar a ser, a acostumbrarse a mis mínimas muestras de afecto, de mis excusas sin sentido, de mis desapariciones prolongadas.

Antes de ayer, cuando una estimada amiga me vino a visitar, caí en cuenta que debía poner más esmero en mis amistades, así que me propuse hacer algunos cambios:

Intentaré llamarlos con más fecuencia y no solo cuando quiera un favor, saludarlos al menos por mensaje de texto, preguntarles como están y escucharlos sin interrumpirlos. Prometo no ser tan molesto con mis correcciones, ser más abierto e interesarme por sus asuntos. Prometo visitarlos con más frecuencia y no decir siempre "te iré a ver" y nunca llegar. Devolveré llamadas, contestaré mensajes, los visitaré en su cumpleaños y no será solo un mensaje en su muro. Llegaré a sus reuniones y no les cancelaré a última hora. Dejaré de lado las excusas tontas, mis desapariciones voluntarias, dejaré aquellos de "ya vengo" y nunca regresar. Les aseguró que estaré cuando me necesiten y si no estoy, estaré al tanto de ustedes; porque eso es lo que un amigo hace y yo lo haré gustoso.

Pero todo esto, amig@s, lo hago con una condición, una muy simple: Por favor, no me digan "amix".