13 de octubre de 2012

Amenidades.

UNO:
Sé que esto sonará a: "No soy supersticioso, pero...". Pero tengo algo en contra de hacer planes. Mi plan era viajar a Lima en la primera semana de este mes.  Buscar un trabajo como freelance y empezar un proyecto con mi amigo y casi socio. Perfecto. Mi familia encantada con la decisión. Yo encantado con la decisión. Algunos amigos encantados con la decisión. Todo perfecto...
Escribo estas líneas en mi escritorio de siempre, en la Pentium no sé que número que ha soportado innumerables post. Estaré en esta calurosa ciudad hasta nuevo aviso. Joder. Detesto hacer planes. 

DOS:
Retomar contacto con personas que no ves hace mucho tiempo es divertido. Es como lanzar una moneda. Existen tres posibles situaciones (¿Existen monedas de tres caras?): La primera es que se hable solo del pasado, agotando las anécdotas jocosas hasta que dejen de serlo; exprimirlas una y otra y otra vez. Luego se dan cuenta que han cambiado y que han tomado camino distintos. Se dan cuenta, además, que el otro no eran tan gracioso, encantador, atractivo o interesante como parecía y que no fue una gran idea el volver a reunirse. El último recuerdo que se tenía de esa persona estaba asociado a un momento agradable. El que se tiene ahora -después del reencuentro- es el de un conocido más.
La segunda situación es simple: Nunca te gustó. No soportas a esa persona. Evitas la posible reunión o no te presentas o te aguantas con cara de poto lo poco/mucho que dure la reunión. Fácil.
En el tercer caso empiezas comentando cosas del pasado, no personales, claro; eso podría ser incómodo. Recordar, por ejemplo, cómo te sonaban las tripas después de haber comido pizza es gracioso. Recordar un momento memorable pero romántico, es incómodo. Y así. Empiezan a compararse los recuerdos con el presente.  ¿Qué ha pasado todo este tiempo? ¡Cómo has cambiado! Pero entre esos cambios te das cuenta que pueden seguir hablando durante horas, que aún no puedes entender cómo diablos le puede gustar Coelho, y que aún les hacen reír ciertas frases cojudonas. Curioso caso el de esta tercera situación. Porque te das cuenta que te agrada esa persona -como siempre lo hizo- y que a pesar de todo -aunque creo que es gracias a ese todo- en que sabes que ahí tienes a una amiga. 

TRES:
Estoy postulando a un nuevo trabajo para el próximo año. Sería el reto más grande de mi vida. Sigo en el proceso de selección. Aún no hay noticias.

CUATRO:
Empecé un nuevo trabajo que me demandará gran cantidad de mi tiempo, mucho más del que tenía planificado. Y tendré que acomodarme. Y lo haré ¿Saben?. Después de la primera semana puedo decir: Qué paja este nuevo trabajo.

CINCO:
¿Qué es la felicidad, entonces? No lo sé. Quizás simplemente es el resultado de la espera. Quizás es saber lo que buscas y emprender esa búsqueda, ya no a ciegas. No tengo idea. A veces pienso que es descubrirte sonriendo tras pequeños logros. Por ejemplo, siento que soy feliz cuando toda mi ropa está limpia. Lo juro. Qué variables psicológicas y metafísicas estarán involucradas en aquella tarea doméstica -la cual odio sobremanera- pero al final del día, y tras un cordel lleno de ropa limpia, me siento renovado y feliz.

No hay comentarios: