8 de diciembre de 2011

Fiebre

Creo que la peor combinación es enfermedad y soledad. Recuerdo hace cuatro años me enfermé estando solo, mi familia había viajado y yo me había quedado en casa cuidando a Juguete, mi perro. Una infección al colon me llevó a la cama con 40 grados de fiebre, una sensación de pesadez y escalofríos que me hicieron tiritar toda la noche. Nunca me sentí tan indefenso como en esa noche, recuerdo -y siempre lo comento- que decía entre susurros: "Voy a morir, voy a morir". Una exageración, ya lo creo, pero realmente lo sentía, me sentía desfallecer. Mi familia llegaría exactamente a las 7 de la mañana. Conté las horas. No. Conté los minutos. Fue una noche de insomnio y disvareos.

He sido un niño enfermizo, mi cantidad de glóbulos blancos era reducida y me enfermaba con una facilidad que debería estar registrada en el libro de records. Mi madre me cuidaba mucho, ya que la fiebre no se estaba quieta hasta llegar a los 40 grados. He convulsionado un par de veces, también. Eso me hizo temerle a la fiebre, y al sentir calentura me hace recurrir a un festín de pastillas para prevenir que esta suba. Le temo a la fiebre como a las ganas de vomitar.

Tres días con fiebre y los tres días la he pasado solo. Preparando mis sopitas, mis bebidas y dando vuelta al sentir que la fiebre no bajaba tras un minuto de haberme pepeado.

Dicen que los hombres somos insoportables cuando nos enfermamos, quizás sea verdad. Y es que, quién no quiere que lo atiendan y lo mimen cuando está enfermo. Saber de alguien que se precupe por tí, que vea que si ya tomaste tu medicina, que te pregunte cómo estas, cómo va esa enfermedad. Dicen que los hombres preferimos a nuestras madres. Yo solo busco alguien que me compre la medicina y que me pregunte cómo estoy. Me gusta preparame mi propia sopa y mis propias infusiones (aunque bueno, si quieres hacerlo tú, no me resisto). No me gusta incomodar.

Hoy me llamaron mis padres, preocupados. Mi amigo de la infancia me llamó y me dijo que con "un par de chelitas se me quitaba esa pendejada"; también me llamó mi amiga, preguntándome en tono burlón cómo estaba (a pesar de todo, aún me tiene cierta estima). Es reconfortable saber que aunque a pocos, les preocupa tu estado.

Bueno, aún tengo fiebre. Tengo miedo que suba, por lo cual me tomaré un par de pastillas más antes de dormir. Ahora iré a calentar mi sopa de pollo del almuerzo, a preparame un té con limón y a ver "Encantada", esa película de Disney, donde Amy Adams sale hermosísima.

No hay peor combinación que enfermedad y soledad.

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