31 de diciembre de 2012

Año viejo.

UNO:
Mi celebración de año nuevo fue una mierda. No sé cómo más describirla. Recorrí local tras local, aburrido. Quedamos, mi amigo y yo, desamparados en una suerte de discoteca a la que nunca había ido, bailando con extrañas. Lo que le baja el rating a todo esto es que teníamos buenos planes. Los arruinó una novia celosa. 

DOS:
Este año ha sido bueno, creo. He viajado mucho, aunque no tanto como hubiese querido. Me falta ir a Cuzco y a Arequipa. He conocido gente estupenda y otras personas "tolerables", eso ya es mucho decir. He tenido trabajos divertidos, emocionantes. 

TRES:
Vaya año este. Espero en el 2013 no estar aquí. Estar siempre en otra parte. Ser el constante ausente. Viajar. Aprender. Leer. Escribir. Querer. Reír. Y en un pequeño instante volver, abrazar a mi familia y decirles que los quiero. Ah, eso es lo mejor que me ha dejado este año: He descubierto estimo a varias personas y que quiero a unas cuantas más. Eso es positivo y es lo que rescato. Son estos lazos los que nos mantienen en la tierra, los que nos hacen sentirnos parte de, los que nos alientan a crecer, a dar más, a seguir. El 2012, estos 365 días, han sido un viaje emocional interesante, en el que me propuse cuadrar toda esa masa oscura que me confundía, esa negatividad que me dejo el 2011 fue depurada. 


CUATRO:

He reído hasta las lágrimas. Les he dicho a mis seres queridos que los quiero. No recuerdo haber llorado, pero si lo he hecho: qué bien. He leído una buena cantidad de libros aunque no tantos como hubiese deseado. Retome la lectura de especialidad. He escrito poco. Muy poco. Aunque uno de mis cuentitos fue publicado en una revista local y uno de mis microrelatos fue finalista en un concurso virtual. He descubierto qué es lo que me gusta hacer, profesionalmente. Qué es lo que quiero estudiar más adelante. Qué es lo que quiero llegar a ser. Esto es lo que importa, lo que quiero, lo que me alegro haber hecho y que quiero seguir haciendo. Si es mejor, mejor.